miércoles, 18 de julio de 2012

"UNA PUERTA NO ES UNA ENTRADA"


Cartel en el que se pide no aparcar motos porque es un acceso para personas con discapacidad

En nuestra primera propuesta hemos elegido esta imagen porque resume muchas de las razones que nos han animado a escribir este blog.

Paseando por una calle estrecha, con poca circulación de coches, sin aceras definidas, en un ensanchamiento de la calle con forma de rincón, nos fijamos en este cartel situado a un lado de una puerta de un gran edificio. El cartel hacía esta advertencia: “NO APARCAR MOTOS (ACCESO DISCAPACITADOS)”.

Ante este cartel vemos dos posibilidades, por una parte, no haría falta incluir la aclaración de “acceso discapacitados” porque lo que se pretende es que no aparquen motos y en principio no deberíamos necesitar más información, porque se ve que hay una puerta, pero por otro lado, esta aclaración nos lleva a preguntarnos si este espacio es un verdadero “acceso” para las personas con discapacidad.

Para comenzar nuestro análisis hay que partir de que solo nos centraremos en este acceso, sin tener en cuenta el resto de entradas al edificio ni de lo que hay detrás de la puerta. Una vez planteada la situación, vamos a analizar por qué decimos que “UNA PUERTA NO ES UNA ENTRADA”, y también veremos que no todas las entradas son accesibles para las personas con discapacidad.
 
Se ve un rincón de una calle estrecha, con suelo empedrado y bolardos para que no aparquen coches.
1.- Lo primero es, encontrar esta entrada.
Si esta puerta es diferente a otras puertas porque reúne unas características concretas, como es ser accesible para personas con discapacidad, debería ser fácil reconocerla como tal, saber que existe, dónde está y poder llegar hasta ella. Por lo que un primer paso sería indicar su existencia y localización en cada una de las entradas al edificio. También serían muy útiles unas indicaciones de cómo llegar a esta desde esas otras entradas.

Así, podemos comprobar que un primer aspecto a mejorar sería la información y la comunicación que sobre esta entrada, y todo lo que la rodea, se elabora y transmite a los posibles usuarios.

Centrándonos en este caso, vemos que sería de gran ayuda encontrar carteles, u otros elementos, que a lo largo de todo el recorrido nos fuesen guiando y confirmando que vamos por buen camino. Esta señalización debe realizarse con carteles fáciles de encontrar, reconocer y entender por todos los usuarios, por lo que su diseño y ubicación deben ser estudiados con mucho cuidado, atendiendo a las necesidades reales de los usuarios, siempre sin olvidar en el contexto en el que se instalan. Por ejemplo, de nada servirán carteles muy visibles con colores y formas muy personales, pero que no se entienda bien lo que quieren decir o que no indiquen bien la dirección que hay que seguir. Indicaciones con un lenguaje claro, sencillo y reforzado por pictogramas y códigos de colores habituales, serán de gran ayuda. Por el contrario, tampoco servirán los carteles o indicaciones bien diseñadas si su ubicación impide verlas y reconocerlas desde una cierta distancia. La lógica y recorrer varias veces los posibles itinerarios ayudará a elegir las posibles ubicaciones.

Una vez llegados a la entrada, el usuario deberá encontrar la misma información que esperaría encontrar en cualquier otra entrada al edificio, por ejemplo: la denominación del edificio, su uso, las características de este acceso y su relación con el resto de entradas, así como información concreta del uso del edificio como son los horarios, avisos, precios (si se cobra la entrada),...

Otro aspecto a destacar es el entorno físico. Cuidar el diseño y los materiales que están presentes en el recorrido facilita que las personas transiten con seguridad y comodidad. Por ejemplo, en este caso, un tema muy importante es el suelo, porque para cualquier persona resulta incómodo andar sobre este tipo de empedrado tan irregular y con tanto relieve y, además, representa una mayor dificultad para los usuarios de muletas, andadores, sillas de ruedas o carritos de bebé, que son los principales usuarios de este tipo de accesos.

Así teniendo en cuenta estos dos aspectos, comunicación y entorno, se puede plantear una banda en el suelo, pegada a la fachada del edificio, con un ancho suficiente, material que contraste con el color del resto del pavimento y con acabado liso antideslizante. Esta solución guía al usuario, marcando el camino, por lo que hemos aumentado la comunicación con él y, además, mejora su desplazamiento hasta la entrada. Si no es posible hacerlo en todo el recorrido, se puede plantear, por lo menos, en la zona de la entrada, indicando que este rincón no es igual que el resto de la calle. Un cambio en el pavimento puede dar mucha información.

Por otro lado, hay elementos existentes que no facilitan la accesibilidad por esta entrada, por ejemplo los bolardos, que por su color y altura no se distinguen bien del resto del suelo y que, sobre todo, para las personas con poca visión o propensas a deslumbrarse, suelen ser motivo de tropiezos y pequeños accidentes. Como solución pueden pintarse de otro color, aumentar su altura, o estudiar otro tipo de medidas para evitar que los coches aparquen.

Con estas medidas se pretende dar mayor importancia a este acceso, facilitando que sea utilizado por más personas y destacándolo respecto de su entorno. Se remarca que es una entrada, que está para ser usada y usada con frecuencia. Ya no es solo una puerta, hay elementos que indican que por aquí se entra al edificio. De este modo, comienza a ser una entrada.

Se aprecia una puerta antigua, sin indicaciones, pomos, timbre, parece que no está en uso
2.- Lo segundo, que en realidad pueda ser una entrada.
Ya sabemos que hay una entrada accesible al edificio, nos han indicado cómo llegar hasta ella, la hemos encontrado. Ahora estamos frente a ella, podemos informarnos de qué edificio se trata, sus horarios,... Pero, nos falta poder entrar por la puerta, usar la entrada.

En este caso, comprobamos que faltan elementos normales que encontramos en cualquier puerta de acceso, como son, por ejemplo, un timbre o un sistema de comunicación que nos permita ser atendidos, un picaporte para poder abrir y cerrar la puerta,... . Estos elementos del entorno físico son necesarios para que cualquier usuario pueda acceder al edificio por sí solo sin depender de otros. Otra solución es que la puerta permanezca abierta durante el horario de utilización del edificio, en este caso, sería necesario advertirlo en la información exterior para que podamos entender que si la puerta está cerrada es porque no es posible acceder al edificio en ese momento. También en este caso, el diseño, ubicación, materiales,... deben ser cuidados y deben atender a las necesidades de todos los posibles usuarios, así por ejemplo, puede ser necesario situar estos elementos a diferentes alturas aunque esto requiera duplicarlos.

Como en el punto anterior, al hablar de la puerta en concreto, nos encontramos con elementos que ya existen, pero que deberían mejorar su diseño. Por ejemplo, ya se ha comentado la importancia del suelo, no debe presentar grandes desniveles ni irregularidades que puedan ocasionar tropiezos o caídas, o que dificulte la movilidad de los usuarios. En este caso, se aprecia un escalón en la puerta con un acabado irregular, precedido de un desnivel tanto hacia la puerta como hacia un lado, lo que puede desequilibrar a las personas que usan muletas o bastones. Esto puede mejorarse con la sustitución del pavimento o con su regularización.

3.- Conclusión.
Con este primer análisis hemos intentado mostrar que para hacer de una puerta una entrada para las personas con discapacidad no basta con ponerlo en un cartel, hay muchos elementos que configuran una entrada y que deben estar presentes. Si además se quiere facilitar el acceso por ella a todos, hay que cuidar especialmente estos elementos para que puedan ser utilizados por cualquier persona independientemente de sus capacidades.

Firmado por accesitec, técnicos en accesibilidad




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