En
nuestra primera propuesta hemos elegido esta imagen porque resume
muchas de las razones que nos han animado a escribir este blog.
Paseando
por una calle estrecha, con poca circulación de coches, sin aceras
definidas, en un ensanchamiento de la calle con forma de rincón, nos
fijamos en este cartel situado a un lado de una puerta de un gran
edificio. El cartel hacía esta advertencia: “NO APARCAR MOTOS
(ACCESO DISCAPACITADOS)”.
Ante
este cartel vemos dos posibilidades, por una parte, no haría falta
incluir la aclaración de “acceso discapacitados” porque lo que
se pretende es que no aparquen motos y en principio no deberíamos
necesitar más información, porque se ve que hay una puerta, pero
por otro lado, esta aclaración nos lleva a preguntarnos si este
espacio es un verdadero “acceso” para las personas con
discapacidad.
Para
comenzar nuestro análisis hay que partir de que solo nos centraremos
en este acceso, sin tener en cuenta el resto de entradas al edificio
ni de lo que hay detrás de la puerta. Una vez planteada la
situación, vamos a analizar por qué decimos que “UNA PUERTA NO ES
UNA ENTRADA”, y también veremos que no todas las entradas son
accesibles para las personas con discapacidad.

1.-
Lo primero es, encontrar esta entrada.
Si
esta puerta es diferente a otras puertas porque reúne unas
características concretas, como es ser accesible para personas con
discapacidad, debería ser fácil reconocerla como tal, saber que
existe, dónde está y poder llegar hasta ella. Por lo que un primer
paso sería indicar su existencia y localización en cada una
de las entradas al edificio. También serían muy útiles unas
indicaciones de cómo llegar a esta desde esas otras entradas.
Así,
podemos comprobar que un primer aspecto a mejorar sería la
información y la comunicación que sobre esta entrada, y todo
lo que la rodea, se elabora y transmite a los posibles usuarios.
Centrándonos
en este caso, vemos que sería de gran ayuda encontrar carteles, u
otros elementos, que a lo largo de todo el recorrido nos fuesen
guiando y confirmando que vamos por buen camino. Esta señalización
debe realizarse con carteles fáciles de encontrar, reconocer y entender por
todos los usuarios, por lo que su diseño y ubicación deben ser
estudiados con mucho cuidado, atendiendo a las necesidades reales de
los usuarios, siempre sin olvidar en el contexto en el que se
instalan. Por ejemplo, de nada servirán carteles muy visibles con
colores y formas muy personales, pero que no se entienda bien lo que
quieren decir o que no indiquen bien la dirección que hay que
seguir. Indicaciones con un lenguaje claro, sencillo y reforzado por
pictogramas y códigos de colores habituales, serán de gran ayuda.
Por el contrario, tampoco servirán los carteles o indicaciones bien
diseñadas si su ubicación impide verlas y reconocerlas desde una
cierta distancia. La lógica y recorrer varias veces los posibles
itinerarios ayudará a elegir las posibles ubicaciones.
Una
vez llegados a la entrada, el usuario deberá encontrar la misma
información que esperaría encontrar en cualquier otra entrada al
edificio, por ejemplo: la denominación del edificio, su uso, las
características de este acceso y su relación con el resto de
entradas, así como información concreta del uso del edificio como
son los horarios, avisos, precios (si se cobra la entrada),...
Otro
aspecto a destacar es el entorno físico. Cuidar el diseño
y los materiales que están presentes en el recorrido facilita que
las personas transiten con seguridad y comodidad. Por ejemplo,
en este caso, un tema muy importante es el suelo, porque para
cualquier persona resulta incómodo andar sobre este tipo de
empedrado tan irregular y con tanto relieve y, además, representa
una mayor dificultad para los usuarios de muletas, andadores, sillas
de ruedas o carritos de bebé, que son los principales usuarios de
este tipo de accesos.
Así
teniendo en cuenta estos dos aspectos, comunicación y entorno, se
puede plantear una banda en el suelo, pegada a la fachada del
edificio, con un ancho suficiente, material que contraste con el
color del resto del pavimento y con acabado liso antideslizante. Esta
solución guía al usuario, marcando el camino, por lo que hemos
aumentado la comunicación con él y, además, mejora su
desplazamiento hasta la entrada. Si no es posible hacerlo en todo el
recorrido, se puede plantear, por lo menos, en la zona de la entrada,
indicando que este rincón no es igual que el resto de la calle. Un
cambio en el pavimento puede dar mucha información.
Por
otro lado, hay elementos existentes que no facilitan la accesibilidad
por esta entrada, por ejemplo los bolardos, que por su color y altura
no se distinguen bien del resto del suelo y que, sobre todo, para las
personas con poca visión o propensas a deslumbrarse, suelen ser
motivo de tropiezos y pequeños accidentes. Como solución pueden
pintarse de otro color, aumentar su altura, o estudiar otro tipo de
medidas para evitar que los coches aparquen.
Con
estas medidas se pretende dar mayor importancia a este acceso,
facilitando que sea utilizado por más personas y destacándolo
respecto de su entorno. Se remarca que es una entrada, que está para
ser usada y usada con frecuencia. Ya no es solo una puerta, hay
elementos que indican que por aquí se entra al edificio. De este
modo, comienza a ser una entrada.
2.-
Lo segundo, que en realidad pueda ser una entrada.
Ya
sabemos que hay una entrada accesible al edificio, nos han indicado
cómo llegar hasta ella, la hemos encontrado. Ahora estamos frente a
ella, podemos informarnos de qué edificio se trata, sus horarios,...
Pero, nos falta poder entrar por la puerta, usar la entrada.
En
este caso, comprobamos que faltan elementos normales que encontramos
en cualquier puerta de acceso, como son, por ejemplo, un timbre o un
sistema de comunicación que nos permita ser atendidos, un picaporte
para poder abrir y cerrar la puerta,... . Estos elementos del entorno
físico son necesarios para que cualquier usuario pueda acceder
al edificio por sí solo sin depender de otros. Otra solución es que
la puerta permanezca abierta durante el horario de utilización del
edificio, en este caso, sería necesario advertirlo en la información
exterior para que podamos entender que si la puerta está cerrada es
porque no es posible acceder al edificio en ese momento. También en
este caso, el diseño, ubicación, materiales,... deben ser cuidados
y deben atender a las necesidades de todos los posibles usuarios, así
por ejemplo, puede ser necesario situar estos elementos a diferentes
alturas aunque esto requiera duplicarlos.
Como
en el punto anterior, al hablar de la puerta en concreto, nos
encontramos con elementos que ya existen, pero que deberían mejorar
su diseño. Por ejemplo, ya se ha comentado la importancia del suelo,
no debe presentar grandes desniveles ni irregularidades que puedan
ocasionar tropiezos o caídas, o que dificulte la movilidad de los
usuarios. En este caso, se aprecia un escalón en la puerta con un
acabado irregular, precedido de un desnivel tanto hacia la puerta
como hacia un lado, lo que puede desequilibrar a las personas que
usan muletas o bastones. Esto puede mejorarse con la sustitución del
pavimento o con su regularización.
3.-
Conclusión.
Con
este primer análisis hemos intentado mostrar que para hacer de una
puerta una entrada para las personas con discapacidad no basta con
ponerlo en un cartel, hay muchos elementos que configuran una entrada
y que deben estar presentes. Si además se quiere facilitar el acceso
por ella a todos, hay que cuidar especialmente estos elementos para
que puedan ser utilizados por cualquier persona independientemente de
sus capacidades.
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